viernes, 31 de agosto de 2007

De vacaciones



A lo largo de esos largos cuatro años de espera siempre habíamos pensado que intentaríamos que el viaje fuera algo especial, pero a pesar de eso queríamos tomárnoslo como unas vacaciones, los que nos conocéis ya sabéis que nos hace falta muy poco para hacer las maletas e irnos al fin del mundo para conocer otras culturas, otros países. En este caso teníamos mayor razón queríamos empaparnos del país en el que nació nuestra hija, pero, también pensábamos que dependería mucho de cómo fuera la niña, de cómo se encontraría, de la adaptación, en fin de tantas cosas. Pero Nahia no podía ser de otra manera, es nuestra hija y tenía que ser viajera, así que disfrutamos de Colombia todo lo que pudimos. Mucha gente intenta volver lo antes posible a casa, bueno cada uno tiene sus motivos, pero para nosotros el tiempo que pasamos allí, solos, fue maravilloso y creo que fue bueno para acoplarnos, allí no tenías que estar pendiente de nada más que el uno del otro.
Cuando volvimos a casa Nahia tenía las referencias bien puestas, sabía quienes éramos nosotros, sabía como queríamos las cosas.
A pesar de que todo el mundo quería estar con nosotros, nuevamente marcamos las distancias, teníamos que seguir el trabajo que tan buenos resultados nos había dado y decidimos irnos a la playa, nuevamente los tres solos.

Os podéis imaginar, como se quedó la familia, por un lado nos comprendían, pero por otro lado para ellos también habían pasado muchos años y ahora que la tenían ahí querían disfrutar de ella.
Pasamos una semana en la playa, aquí Nahia empezó a disfrutar del agua, ahora ve las olas y se lanza a ellas, juega con la arena, hace castillos….. Después de ese tiempo pensamos que las cosas iban bien y decidimos irnos a Burgos, allí tenemos una casa en un pueblecito muy pequeño, es la casa familiar y allí estaba mi ama, mis tíos y mi hermana y mi cuñado. Fuimos sin avisar, y fuimos para quedarnos unos días dependía de cómo viéramos las cosas, nos quedaríamos más días o menos.
Fue una maravilla, allí Nahia aprendió a estar con alguien más que nosotros, a compartir con ellos y como no se ganó a todo el pueblo. Todo el mundo la hablaba, la preguntaba, y ella con su lengua de trapo contestaba. Fueron unos días maravillosos para todos, así que tras unas semana decidimos hacer lo mismo con la familia de Javi. Ellos tienen otra casa en un pueblecito de León, a una hora de viaje, así que allí nos fuimos. Todavía recuerdo la cara de i suegro cuando nos vio llegar, estaba con su nieta, eso era lo mejor del verano.

Los días fueron pasando y llegó el momento de la vuelta, Javi tenía que empezar a trabajar, tras dos meses de vacaciones llegaba el momento de recomponer las vidas, de organizarnos, de las rutinas.

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